miércoles, 6 de enero de 2010

Historias en los Bivouacs y el duro viaje en Hércules




Los bivouacs son los campamentos en los que viven los pilotos, los organizadores y los periodistas durante las dos semanas que dura la competencia; curiosidades de un lugar activo las 24 horas del día
Bienvenidos al mundo Dakar. Aquí, cuanto más agrestes sean los detalles más felices estarán sus integrantes. Carpas, baños químicos, duchas improvisadas en containers, ropa verde militar o color caqui y pañuelos largos, protectores del impiadoso sol, que debe reinar con toda su fuerza para hacer sentir el rigor en la carrera que se promociona como la más dura del planeta.

Dura porque uno debe dormir en carpas individuales, bañarse en duchas, con agua fria y cargar todo el equipaje permanentemente. Lo que significa una verdadera odisea y tortura. Pero una verdadera historia de vida.

El bivouac (campamento) se llena a media tarde, cuando arribaron a Antofagasta, Chile los dos Hércules y dos Fokker de la Fuerza Aérea Chilena, con integrantes de la organización y los representantes de prensa acreditados durante todo el Dakar. Más de 300 personas que embarcaron desde la base aérea de Copiapó, con detalles por demás curiosos, se agregaron a quienes se mueven por tierra.

A la amable atención de los integrantes de las FF.CC. la organización del Dakar distribuía una tarjeta con el logo de la carrera a todo aquel que presentaba su acreditación y figurara en la lista de viaje.

Mejor que algunas líneas comerciales, al salir de la sala de embarque, entregaba una botella con agua mineral y tapones para los oídos, ya que las comodidades del Hércules no compiten con las aeronaves comerciales.

Mientras los bolsos, carpas y material de trabajo se depositaban por la puerta trasera, cada uno de los 90 pasajeros se sentaba sobre las redes que actúan como largos asientos, ubicados sobre los laterales de la máquina.

Ruido ensordecedor, paciencia en el aire. La velocidad obliga a permanecer allí adentro durante 1h20m para arribar a Antofagasta. El público se ubica detrás del alambrado y observa a los acampantes como si fuesen estrellas.

En pocos minutos, la zona se colma de carpas. Las tradicionales, las que se disponen con los parantes, y las "2 segundos", nombre que hace alusión al tiempo en que se arman. Al sacarlas del bolso redondo, se lanza al aire y ya caen con el formato definitivo. Aquí, en La Rioja, se repite cada acción.

El tiempo es lo más valioso. "Hay que hacer todo en el momento. Si tenés hambre, comé. Si tenés que trabajar, trabajá. Si tenés que descansar, dormí. No se puede dejar nada para dentro de 10 minutos, porque en ese lapso puede variar todo", aconsejó el año último un viejo periodista español con sabias palabras, que fueron muy valiosas durante el Dakar 2009 y que, por supuesto, se emplearán ahora.

Pese al huso horario y a la luz solar, cada uno aquí tiene sus propios tiempos. Están quienes almuerzan a las 11 de la mañana, porque luego estarán abocados a distintos compromisos (mecánicos, pilotos, periodistas, organizadores), y otros recién a las 17. Mientras algunos se acuestan dentro de las carpas, otros salen con las toallas a ducharse para empezar la jornada. Más de 3000 personas habitan este bivouac , las mismas que en 24 horas estarán en Copiapó (Chile), y en 72, en Argentina.

Ya no hay más tiempo. Hay que armar y levantar todo. El viaje a Copiapó es inminente y hay que salir rápido. Mochilas, bolsos, todo guardado para dirigirse al nuevo destino. El vertiginoso ritmo de vida dentro del Dakar no permite afincarse. Todo es una gran carrera contra el tiempo.

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